martes, 27 de abril de 2021

El coronel Don Pedro Lorente y Turón. Ilustre librillano héroe de las guerras Carlistas

 DON PEDRO LORENTE TURÓN (1842-1894)

Pedro Lorente Turón nació en Librilla (Murcia) el 1 de enero de 1842, hijo de Rafael Lorente López natural de Librilla y de María Rosario Turón Pérez de la ciudad de Murcia. Falleció de una bronquitis aguda en 1894.

    Ingresó en la Academia de Guadalajara, procedente de la clase de paisano, en 1º de enero de 1861; terminados sus estudios con aprovechamiento, fue promovido á teniente en septiembre de 1865, siendo destinado al segundo regimiento, de guarnición en Madrid, donde permaneció el resto del año siguiendo el curso de grandes prácticas. Poco tiempo después, los lamentables sucesos del 22 de Junio de 1866 fueron ocasión propicia para que el teniente Lorente demostrara su valor y arrojo al desalojar con su compañía a los sublevados, que en la Plaza Mayor y calle próximas se defendían tenazmente.

    Pasó luego a desempeñar el cargo de habilitado y obtuvo el grado de capitán por gracia general, hasta que ascendido por antigüedad a este empleo y después de corta permanencia en el mando de la tercera compañía del primer batallón del citado segundo regimiento, quedó en situación de excedente y luego, á petición propia, en la de supernumerario sin sueldo para dedicarse a estudios y trabajos particulares.

    Vuelto al servicio activo en mayo del 72, salió de Madrid poco después con su batallón (segundo del primer regimiento) para el Escorial, donde estuvo de guarnición durante la estancia de S. M. la Reina. Desde Cartagena, punto á que pasó en agosto de aquel año, partió al mes siguiente para Barcelona, plaza guarnecida, entre otras muchas fuerzas, por dos compañías de Ingenieros, á las cuales, y al encargarse el general Gaminde de la Capitanía general de Cataluña, se agregó otra como refuerzo.

    Los continuos destrozos que las partidas carlista ocasionaban en las estaciones de las vías férreas, obligaron á poner en estado de defensa las de Olesa y Monistrol, operación ejecutada con feliz resultado por el capitán Lorente, que además se ocupó en la recomposición de la línea telegráfica.

    Formando parte de la columna mandada por el coronel Medeviela asistió á la acción sostenida contra la facción Castells, entre Puigreig y Gironella, logrando conducir á Berga el convoy que custodiaban.

    En la acción de Gironella (4 enero 1873) y en la sorpresa de Coll-Tiñós, en que tomó parte activa, demostró de nuevo sus dotes de mando, y por estos hechos de armas obtuvo el empleo de comandante de ejército.

    Por aquella época, el ejército de Cataluña, si tal nombre podía dársele, estaba en el más deplorable estado de insubordinación é indisciplina: roto el respeto y la obediencia, desconocido el principio de autoridad, y presa de febril agitación el pueblo y la milicia, eran inútiles las tentativas individuales llevadas a cabo por algunos pundonorosos jefes, que prefirieron la muerte a la deshonra.

    En febrero de 1873, la capital del principado se agitaba en febriles convulsiones: la plaza de San Jaime era teatro de repugnantes escenas, y el decidido empeño de los diputados provinciales de que fraternizaran con el pueblo los Ingenieros, únicas tropas que aún no lo habían hecho, dio motivo á que el capitán Lorente tomase determinaciones tan resueltas como oportunas, merced á las cuales evitó que nuestros soldados siguieran el vergonzoso ejemplo que daban todos, absolutamente todos los de la guarnición de Barcelona.

    La acción de Torres de Oristá, dirigida por el coronel Álvarez contra las facciones mandadas por Saballs y D. Alfonso, fue un nuevo timbre de gloria para Lorente, que, sereno en medio del desorden que produjo la caballería carlista, impetuosamente lanzada contra las tropas liberales, formó su compañía, rechazó repetidas veces al batallón de zuavos y dio tiempo á que llegaran refuerzos mandados por el hoy capitán general Martínez Campos, que públicamente elogió con frase muy lisongeras el comportamiento de la compañía. Un historiador contemporáneo (Pirala: Historia de España), al ocuparse de este triste hecho de armas, condensa en pocas palabras la conducta observada por las tropas. Sólo se batió bien la compañía de Ingenieros, peleando contra fuerzas diez veces superiores y perdiendo la cuarta parte de su gente.

    El coronel Mola y Martínez, al hablar de esta acción en el Diario de Barcelona (Agosto 1873), se expresa en los siguiente términos:

    "Si; las tropas insubordinadas y los pueblos que más contribuyeron á insubordinarlas fueron víctimas de su comportamiento y de su obra. En la acción de la Torre de Oristá la fuerza de Saboya se desbanda á la primera embestida de los carlistas y se deja quitar un cañón, al cual se abraza tan sólo un artillero para morir en su puesto. No sabemos quién era aquel soldado valiente, pero casi podría asegurarse que no pertenecía al número de los que tanto se distinguieron en las exageraciones a que aquel cuerpo se entregó el 21 de febrero. Y, rara coincidencia, la única fuerza que se bate ordenadamente en la dispersión de la Torre de Oristá es la compañía de Ingenieros, de ese cuerpo distinguido que conservó su decoro y su buen nombre en aquellos días y sobre el cual no hizo mella el mal ejemplo de los batallones de línea y de cazadores. Ingenieros cuando España se haya curado del vértigo que la pierde, cuando la sociedad española sacuda el letargo que la enerva, cuando se reconstituya el ejército sobre la base de la honra militar perdida por los malos ejemplos y la ambición, el país admirará la solidez de vuestro instituto, como el marino, al regreso de un largo y peligroso viaje, saluda la roca conocida que le señala la proximidad del puerto inútilmente azotada por los temporales más rudos".

    Los relevantes méritos del capitán Lorente fueron premiados con el grado de teniente coronel. Asistió a la acción de Alpens, puso en estado de defensa a Vich, y después de varias operaciones tomó parte en el ataque de las posiciones ocupadas por los voluntarios de la República, que se habían sublevado en Barcelona, donde alcanzó la efectividad de aquel empleo.

    Reorganizadas las tropas de Ingenieros, pasó a ser su compañía la quinta de zapadores del segundo batallón del tercer regimiento, y con ella prestó importantes servicios, ya estableciendo comunicaciones telegráficas y reparando los destrozos que la facción causaba, ya batiéndose en Torrella contra los carlistas, ya, por último, contribuyendo a sofocar la sublevación de la brigada Esteban.

    De Cataluña pasó al Norte, Haciéndose cargo de la Comandancia de San Sebastián; fortificó a Guetaria, Jaizquibel y Urcabe, asistiendo a la defensa de la primera población, por cuyos trabajos se le concedió en grado de coronel de ejército.

    Concluida la guerra, y después de ocuparse en diferentes obras de fortificación (San Marcos (1878), Choritoquieta, etc..) y en el levantamiento de los planos de estas posiciones, fue destinado al segundo regimiento como jefe del detall del primer batallón, que entonces se hallaba en Cartagena. Acudió con su batallón a remediar los daños causados por la inundación de Murcia en la noche del 14 al 15 de Octubre de 1879, y recibió las gracias de Real Orden por su proceder en aquellas circunstancias.

    Ascendido a teniente coronel, y tras breve estancia en el segundo regimiento de reserva, volvió al segundo activo, de donde pasó al cuarto militar de S. M., destino que desempeño hasta que fue nombrado para el mando del segundo regimiento de zapadores que ha ejercido hasta su muerte.

    En nombre de Mi Augusto Hijo el Rey Don Alfonso XIII, y como Reina Regente del Reino, Vengo en disponer que el coronel de Ingenieros, Don Pedro Lorente Y' Turón, cese en el cargo de ayudante de órdenes en Mi Cuarto Militar, por haber cumplido el tiempo que está prefijado; quedando satisfecha del celo, inteligencia y lealtad con que lo ha desempeñado. Dado en Palacio á dos de diciembre de mil ochocientos noventa y uno.  MARÍA CRISTINA 

    El ministro de  Guerra,  MARCELO DE AZCÁRRAGA

    Estuvo destinado en Madrid y Barcelona, hasta llegar a la comandancia de ingenieros de San Sebastián en 1875, en plena guerra carlista, siendo autor de parte de las fortificaciones que en este momento se levantan en San Sebastián y sus alrededores, a la vez que se hacía cargo del Detall la Comandancia de Ingenieros de San Sebastián. Terminada la Guerra, en 1877 es nombrado Comandante de ingenieros de San Sebastián, trasladándose en 1878 a Cartagena, pasando después a Madrid, donde será nombrado en 1888 Ayudante de órdenes del Cuarto Militar de la Reina Regente María Cristina hasta 1891, pasando a otros destinos en Madrid. Murió todavía en activo en 1894 a causa de una bronquitis aguda.

    Si los servicios que pudiéramos llamar oficiales pasamos a examinar los que al cuerpo en general, y a muchos de sus individuos en particular, prestó el coronel Lorente, no se sabe qué admirar más, si su generosa hidalguía o su desinterés, rayano en la indiferencia. Tuvo ocasiones de hacer mucho bien y no las desperdició; pudo en otras muchas recabar para sí ventajas en su carrera, quizá adelantos ciertos y positivos, cuando no recompensas poco frecuentes, y dejo pasar las circunstancias propicias, sin que en su corazón se albergara luego el remordimiento de no haberlas aprovechado.

    No hay necesidad de hacer ni apología extensa ni prolijo trabajo necrológico del finado; las breves líneas que preceden, extractadas de su brillante hoja de servicios, dan patente muestra de las virtudes morales y militares que le adornaban.

    El coronel Lorente era todo un caballero y todo un ingeniero, no sólo en el concepto técnico, sino ingeniero de corazón, dispuesto siempre a coadyuvar a cuanto se dirigiese al prestigioso y fomento del cuerpo.

    Los que han sido sus compañeros durante largos años saben que bajo un aspecto frío se encubría un corazón noble y entusiasta y una tenacidad puesta siempre al servicio de todo lo que consideraba justo y conveniente. Ni aun durante la enfermedad que le ha conducido al sepulcro ha dejado de ocupar en el desempeño de su cargo su actividad infatigable, y la violencia del mal que le aquejaba ha sido impotente par quebrantar su entereza.

    Sea la muerte para el que fue nuestro amigo y compañero principio de nueva vida y fuente de una dicha sin fin, donde Dios habrá premiado las virtudes del cristiano y del caballero, en tanto que su familia, a quien enviamos en nombre del Cuerpo de Ingenieros la expresión de nuestro profundo pesar, y los que vestimos el uniforme de los castillos, seguimos el áspero camino de la vida terrenal, guiados por su ejemplo y alentados por la esperanza de lograr de este modo la eterna felicidad.


BIBLIOGRAFÍA

- Memorial de ingenieros del ejercito . Revista mensual cuarta época tomo XI año 1894

- Sáez García, J.A (2018) El fuerte de San Marcos en 150 palabras. San Sebastián