LAS
TRADICIONALES PITANZAS DE LIBRILLA
El día
22 de Agosto el pueblo de Librilla (Murcia), al alba se levanta con
un gran repique de campanas y disparos de cohetes, es el día de las
pitanzas, el evento más importante que se realizan en las fiestas
patronales en honor a San Bartolomé. Su origen es incierto la
tradición oral del pueblo lo sitúa en los años del medievo ante
una escasez de alimentos por malas cosechas, la autoridades abren el
posito y realizan unos panes que se repartirán a los mas necesitados
desde el balcón del ayuntamiento. La documentación existente lo
sitúa a partir de mediados del siglo XIX con diversos artículos de
prensa sobre las fiestas de Librilla destacando el acto tradicional
de las pitanzas.
Desde
la plaza del ayuntamiento mozos y mozas del pueblo, conjuntamente con
las reinas de las fiestas y autoridades locales, al son de la
charanga recorren todas las casas de la villa recogiendo la ofrenda
de harina que las familias donan desinteresadamente para la
realización de las pitanzas, panecillos redondos con una cruz en la
parte superior de aproximadamente 100 gramos. Hasta el mediodía el
bullicio por las calles de la localidad es inmenso, parece que el
pueblo tiene otro ritmo de vida, la gente sale a las calles con gran
entusiasmo y alegría. Por la tarde en todo el pueblo se puede
percibir el olor a pan recién horneado, debido a que todas las
panaderías se encuentran realizando este típico panecillo. Entorno
a las 20 horas todos los panaderos del pueblo, llevan al
ayuntamiento las pitanzas realizadas, una vez allí son bendecidas
por el párroco de la localidad. Destaca la forma redonda de las
pitanzas con una marca de una cruz en la parte superior, al estar
bendecidas dice la tradición que en la casa donde se guarde una
pitanza todo el año no faltará alimento.
A las
20:30 el repique de campanas marca el llamamiento para la misa en
honor a San Bartolomé, el pueblo es un continuo bullicio por todas
las calles del pueblo, poco a poco la gente va llegando a la plaza
del ayuntamiento, el sonido que se aprecia al llegar es como el
zumbido de una colmena, la plaza es un inmenso arco iris de las
diversas indumentarias de las peñas festeras de la localidad.
Al
finalizar la misa, el santo es trasladado a la parroquia por las
calles aledañas a la iglesia y el ayuntamiento, el fervor por el
paso del santo por la plaza es inmenso, gran cantidad de vítores a
su figura, a su recogida las autoridades se dirigen al ayuntamiento.
Sobre
las 21:30 se concentran en el ayuntamiento, las autoridades,
representantes de las peñas festeras, invitados etc… La persona
elegida para dar el pregón sale al balcón principal del
ayuntamiento y comienza la lectura, una vez finalizado lanza la
primera pitanza, la de honor, la plaza se encuentra abarrotada, a
veces se llega a más asistentes que habitantes tiene el pueblo.
Mucha gente de Librilla que vive en otras zonas acude al acto,
incluso gente de los pueblos vecinos, es un gran acontecimiento
social, a la vez que tradicional.
Desde
los balcones y ventanas del ayuntamiento comienza el lanzamiento de
pitanzas, la gente se abalanza para recoger este bien tan preciado, a
veces es peligroso, dado los empujones y pisotones, pero es una media
hora muy intensa donde la gente enfervorecida reclama el lanzamiento
de los panes en su dirección. El griterío es infernal, la
temperatura sube algunos grados, la gente usa diversas artimañas
para conseguir este bien, se colocan en grupos, usan redes etc. Pero
el fin es el disfrute y la
unión de
un pueblo ante este acontecimiento tan preciado, por unos minutos se
olvidan todos los problemas.
Al
finalizar el acto la gente poco a poco abandona la plaza, la gente
que ha cogido varias pitanzas, reparte generosamente aquellos que
raramente no cogen algunas, por lo tanto todo el mundo tiene su
ansiado premio simbólico. Dispuestos a guardar una pitanza hasta el
año próximo y otras son comidas como cena.