jueves, 19 de abril de 2018

TESTIMONIOS ORALES DE LOS ECOS HISTÓRICOS DE LA BANDA DE MÚSICA DE LA FAMILIA ESPADA EN LIBRILLA. (Antonio Romero “el Marcelo”).


TESTIMONIOS ORALES DE LOS ECOS HISTÓRICOS DE LA BANDA DE MÚSICA DE LA FAMILIA ESPADA EN LIBRILLA.
(Antonio Romero “el Marcelo”).

Recuerdo en los años 1947-48 en el  teatro (el cine del tío chico) donde estaba la escuela de música, el maestro Baltasar Espada nos daba clases de solfeo a los niños que queríamos iniciarnos en la música, Paco (Pedreño), Paco (el chulo), Antonio Franco, Pepe (el calabazo), y yo entre otros varios.
Entonces había una gran banda de música, y nosotros éramos la nueva generación que fue sustituyéndolos.
La banda de Librilla hacia los festejos en muchos pueblos de la región por su gran calidad musical, era importante y conocida. Las fiestas de Sangonera la Verde, de Fuente Librilla, Barqueros, El Berro, Los toros de Lorca y otras que ya ni me acuerdo.
Una anécdota del maestro Baltasar Espada que mi padre Antonio el Marcelo me conto en varias ocasiones;  fue que en una ocasión vino el maestro Serrano a estrenar en el Romea de Murcia, una zarzuela, el maestro Espada era el trompa principal de la compañía del Romea, llegó con antelación y se puso a ver la partitura, cuando le dio un repaso se salió a las tabernas que había enfrente del Romea, esperando a que llegaran el resto de compañeros. Cuando llegó el maestro Serrano comenzaron el ensayo, pero el maestro Baltasar (el trompa de la orquesta) no estaba, y  pregunto por él. Estando ensayando llego el maestro Espada, el maestro Serrano le dijo molesto que habían comenzado el ensayo y él no estaba, y él le dijo que ya lo había ensayado, el maestro Serrano se quedó un poco extrañado, y comenzaron de nuevo el ensayo, cuando llego el momento del solo del trompa todos se sorprendieron y el maestro Serrano le dijo al maestro Espada puede irse usted cuando quiera, sabe usted más música que todos los que estamos aquí.
El maestro Espada tocaba todos los instrumentos de la banda siendo su especialidad la Trompa, el cual fue considerado el mejor trompa de España de la época.
Al tiempo, cuando el maestro Espada enfermo, se quedó al frente de la banda su hijo Blas Espada. Entre el Chato y el Feo formaron otra banda de jóvenes, Justo Meroño, José el zapatero, Juan (el de la Concha), los hermanos Lara, José (el pinche), José el Hipólito, Juan Mejías etc.
En el año 1967, José me llamo para volver a formar la banda de música que tras la muerte del maestro Espada se había ido disolviendo poco a poco.
Busqué a unos cuantos de los últimos formados, y otros entraron nuevos que se fueron formando. Así volvió a formarse la banda de música de Librilla.
Félix San Mateo tomo la dirección de la banda entre las décadas de los ochenta y noventa. Vinieron  dos maestros a formar a los jóvenes. Hoy en día ha desaparecido desgraciadamente.

ROMÁNTICOS RECUERDOS DE LA LIBRILLA DE ANTAÑO


ROMÁNTICOS RECUERDOS DE LA LIBRILLA DE ANTES.

Regresemos por unos minutos a la Librilla de hace más de cien años y a la de 1960. Dos de los lugares que presentamos corresponden a los últimos años del siglo XIX y principios del siglo XX, y sólo los librillanos más adultos, aún recuerdan estos lugares emblemáticos de Librilla.
Vamos a comenzar por el sitio de la almazara de aceite de Ricardo Gómez, padre del que fue alcalde de Librilla y un gran aficionado a la caza. Esta almazara, que data de 1905, sería antes hospital y posteriormente cuartel de la Guardia Civil, que sería el que reemplazaría al que había en El Lavador. El edificio todavía se conserva en la calle Antonio Lorente, esquina con la estación de ferrocarril, conocido como cuartel viejo.
El segundo sitio es las salinas de Pepe Meoro en Librilla que lindaban con la finca Viña Ballesta y las del tío Sereno y Pedro de Mateo, que vivían por el consultorio médico actual, los cuales, por cierto, tenían un aljibe cada uno y el agua que sacaban la vendían a sus vecinos librillanos para beber. Pepe Meoro, dueño de las salinas, era de Alcantarilla y venía todos los días en bicicleta a Librilla para cuidar sus salinas, de las cuales se sacaban toneladas de sal, que luego vendía por toda la provincia, la cual se transportaba en carros tirados por mulas.
Y ya que hablamos de salinas, podemos decir también que existían otras en la rambla o río Orón, a la altura de la Cuesta del Caballo, de las cuales todavía podemos ver restos de ellas, así como el acueducto que atraviesa la rambla o río Orón de lado a lado, que conducía el agua que salía de la Cueva del la Sal hasta las salinas.


Respecto a otros dos lugares librillanos de hace más de 40 años hay que comentar que la estación de ferrocarril de Librilla siempre tuvo mucho movimiento, bien sea de mercancías o de pasajeros, como fue la época en que pasaba por aquí el Granaíno, un tren que caía simpático por sus movimientos durante el viaje, que terminabas con el cuerpo molido de tanto vaivén. Por esas fechas estaba de jefe de estación el señor Carrillo, el cual se colocaba a veces en la ventanilla que había entrando a mano izquierda, para despachar los billetes. De factor de la estación estaba el señor Andrés.
Como dato curiosos de la estación tenemos el que la hija del jefe de estación, llamada Encarna, tenía una academia de corte y confección en la misma estación, donde vivía junto con sus padres y sus hermanos Carmen, María y Juanito. A la academia acudían algunas como Ascensión la Azafranera, Encarna la Penitas, Rosario de Patrocinio, Anita la Mañas y otras muchas jóvenes y guapas librillanas que hoy en día son grandes modistas. Durante las clases tenían las alumnas media hora para comerse la merienda o tomarse un café por la tarde.