martes, 24 de diciembre de 2019

Librilla: Una población que crece de forma sostenible

FERNANDO J. BARQUERO

Librilla: Una población que crece de forma sostenible

Librilla, pueblo situado en el Valle del Guadalentín, fue en sus orígenes una villa -consta su carta de poblamiento de 1327- y llegó a estar incluida en el Marquesado de los Vélez. Su buena situación geográfica es parte fundamental en las comunicaciones de la Región de Murcia y su evolución ha sido constante a lo largo de los siglos, pero sobre todo despunta en los últimos 40 años, con la entrada de la democracia a la localidad.
La evolución patrimonial ha sido muy dispar, pues en la década de los ochenta se destruyeron algunos edificios históricos como la plaza de abastos, la estación del ferrocarril, el palacio de Doña Violante y algunos edificios más del casco antiguo. En los últimos años se ha tomado conciencia de la importancia del patrimonio como una identidad local y como recurso cultural y económico, por lo que se ha procedido al estudio y la protección de gran parte del patrimonio histórico de la localidad ( yacimientos arqueológicos Castellar y Salitre, edificios históricos de la villa como la Posada del Duque de Alba, iglesia de San Bartolomé...).
El campo de la cultura ha tenido un gran desarrollo desde la construcción en 1985 de una Casa de la Cultura que es referente de la localidad y alberga la Biblioteca Municipal; además, ha salido reforzada en los últimos años con la aparición de diversas asociaciones culturales en la población. También destaca la gran labor que desde los años 80 a la actualidad está realizando el escritor y pintor Antonio Soto Alcón, un referente cultural de la población e inspirador de otros artistas jóvenes que están surgiendo (Héctor Bastida, Noelia Fernández etc....). También la importancia de la construcción de un auditorio municipal a principios de los años 2000 ha venido a consolidar esta oferta cultural.
En el área de infraestructuras y comunicaciones es donde más y mejor se aprecia el gran avance experimentado por Librilla, vital para su desarrollo en estas últimas cuatro décadas. Destaca la gran reivindicación histórica para crear un desvío para la N-340, evitando que pasara por el centro del pueblo debido al peligro y el caos que provocaba. Este logro se consiguió a principios de los años 80, desvío que luego derivó en la actual autovía A-7, importante por las conexiones que ofrece con todo el eje Mediterráneo.
En estos años se han mejorado también las diversas carreteras nacionales que pasan por la localidad, destacando el tramo de Librilla a Casas Nuevas con la ampliación de la vía y la construcción de un puente. Destacar también la construcción en 1983 de un segundo puente de paso de la Rambla de Librilla u Orón que facilito el tránsito hacia diversos barrios de la localidad.
La producción industrial de Librilla es muy reciente, a partir de la construcción del polígono industrial Cabecicos Blancos, que supone un gran avance económico.
Igualmente importante fue la llegada del agua del trasvase y todas las infraestructuras que posee la población para los menesteres de riego, aunque en este momento se está produciendo la modernización de los regadíos por goteo de todos los sectores de la huerta de Librilla.
En los 90 también se construyó una nueva estación depuradora EDAR, así como diversos depósitos de agua municipal. Destaca en este punto la construcción de las dos presas que afectan al término de Librilla como son el embalse de Algeciras y la presa de retención de Juan Bautista en el río Guadalentín.
A mediados de los años 80 se construyó el Club de Personas de la Tercera Edad y en cuanto a infraestructuras ligadas al deporte hay que renombrar la inauguración en 1984 de un complejo polideportivo con pistas de fútbol sala, tenis, baloncesto y campo de fútbol y unas piscinas municipales. A principios de la década del año 2000 se construyó un pabellón de deportes municipal ligado al Instituto de Secundaria.
En el campo del turismo se han conseguido avances con la incorporación de Librilla a las rutas del legado Andalusí, Mancomunidad de Turismo de Sierra Espuña e incorporación a la Asociación de Antiguos Pueblos del Marquesado de los Vélez. También con la puesta en valor de algunos espacios patrimoniales como es el Barranco del Orón y el funcionamiento del Albergue de los Forestales.
En cuanto a educación, a finales de los 70 se construye el edificio de educación infantil y a principios de los 80 el actual IESO Librilla, pero la demanda histórica de la población durante más de 15 años es la construcción de un nuevo Colegio de Primaria que sustituya el viejo Sagrado Corazón con 50 años y con grandes carencias estructurales. En 2019 se construyo un aula de estudio en la localidad. También en los años 90 se se accede a una sección de la Escuela de Adultos del Bajo Guadalentín en Librilla. También con la entrada del nuevo siglo se construye una guardería municipal.
En sanidad, la mejora en infraestructuras se empezó a gestar en el 1984 con la ampliación del ambulatorio local y sus servicios, para llegar a los primeros años de la década de 2010 con la puesta en marcha del nuevo ambulatorio.
Destaca el gran aumento de población, pasando de unos 3.500 habitantes en los 80 a entorno de 5.500 en 2019, esto se debe sobre todo al incremento como ciudad dormitorio con la creación de varias urbanizaciones a finales de los 90 y principios de los años 2000 ( Salitre, Buenavista y Pedregalejo) y sobre todo por el crecimiento de los diversos sectores económicos.

viernes, 18 de octubre de 2019

Oficios de Librilla en el siglo XVIII


Curiosidades de diversos oficios que se practicaban en la Librilla de 1761, en una población en clara progresión económica y demográfica. Tiempos de construir la Posada, el nuevo puente o terminar la iglesia parroquial de San Bartolomé y la casa hacienda de la Cañada Honda. Se destaca el oficio ya de farmaóptico, sangrador, el alfolí de la pólvora y munición, alcabalero, labradores, jornaleros, boticario, procurador de causas, colector de diezmos, maestro de primeras letras, herrador, Alveitar ( veterinario palabra portuguesa), fabricante de texa, salitreros, fabricantes de jabón, mesonero, Alcalde Ordinario y Alcalde de la Huerta molineros, zerrageros, alarifes (albañiles), sastres, carpintero, tegedor de lineas, zapateros etc...



sábado, 14 de septiembre de 2019

LLUVIAS TORRENCIALES :DE LA RIADA DE SANTA TERESA A LA DANA ACTUAL


LLUVIAS TORRENCIALES: DE LA RIADA DE SANTA TERESA A LA DANA ACTUAL

       Ante los episodios de gota fría o DANA acaecidos desde el 12 de septiembre de 2019, con lluvias entorno a 150 litros por metro cuadrado en 24 horas en la población de Librilla, algo histórico con declaración por primera vez en la Historia de alerta roja en toda la Comunidad Autónoma de Murcia, nos hace retrotraernos en tiempo y mirar otros episodios de inundaciones, sobre todo me centrare en la riada de Santa Teresa del 15 de Octubre de 1879 (140 años) donde se llegaron alcanzar volúmenes de agua en el río Segura de alrededor 2000 metros por segundo y 600 mm de agua en una hora en el río Guadalentín en cabecera. Murieron mas de 1000 personas, 5000 casas destruidas y mas de 20000 animales muertos. Esa gran catástrofe afecto a la población de Librilla con numerosos daños materiales y sobre todo a destacar dos fallecidos en la población, posiblemente un bebe que murió a consecuencia del agua y si documentada en el registro civil en defunciones la causa por ahogamiento de una mujer llamada María Teresa Murcia Cárceles de 50 años de Edad , de ocupación propia de su sexo, fue encontrada a las 10 de la mañana ahogada en su casa cueva situada al margen del río Guadalentín a consecuencia de la inundación que sufrió su casa de madrugada el día de dicha riada, deja viudo y 5 hijos que vivían con ellos, sera enterrada en el cementerio de San Sebastián de la Localidad de Librilla.



miércoles, 29 de mayo de 2019

LIBRILLA EN EL LIBRO DE CAZA DE DON JUAN MANUEL.


Importante documento de la actividad cetrera de Don Juan Manuel, en Librilla (Libiella) registrado en su libro de caza, donde destaca la caza con Halcón en el rió Sangonera o Guadalentín de garzas.



jueves, 21 de marzo de 2019

LA IMPORTANCIA CONSTRUCTIVA DE LA POSADA DE LIBRILLA



         Tras recientes trabajos realizados por investigadores de la Universidad Politécnica de Cartagena, se pone de relieve la importancia constructiva de la Posada de Librilla.

Rosario Baños Oliver - Francisco Segado Vázquez- Juan Carlos Molina Gaitán

Las posadas como patrimonio arquitectónico: el ejemplo de la Casa de Postas de Librilla (Murcia)
      Gracias al Expediente sobre la construcción del Nuevo Mesón de Librilla, facilitado por el Archivo de Medina Sidonia se ha podido conocer la fecha de construcción de este establecimiento así como quiénes fueron sus maestros de obras y arquitectos, datos, hasta ahora, desconocidos. Se trata de la correspondencia realizada entre el administrador de los Vélez, Salvador Carrasco Méndez, y don José María Álvarez de Toledo y Gonzaga, producida entre 1765 y 1779, donde se da cuenta de la construcción de la Casa de Postas de Librilla, detallando la adquisición del terreno, etapas y coste de las obras, así como los materiales necesarios para llevarlas a cabo.
         El año 1765 fue en el que se proyectó la construcción de un nuevo Mesón en la Villa de Librilla. Sin embargo, no fue hasta un año después cuando el marqués de los Vélez adquirió, por 1.102 reales de vellón, un bancal junto al propiedad de Alonso Martínez, vecino de Librilla, que lindaba por el norte con el Camino Real de Murcia, por Levante con tierras de Joaquín García Gil, por el medio día con otras de Pedro Romero y por Poniente con la acequia principal. Una vez se efectuó la compra, el administrador del estado de los Vélez aconsejó al marqués que el nuevo establecimiento debía tener, además de puerta principal, otras dos que abrieran hacia el Camino Real, una para los carruajes que venían de Murcia y otra para los que salieran hacia Andalucía; así los viajeros que procedían de Andalucía entraban por una y salían hacia Murcia por la otra. También afirmó que sería suficiente con disponer de seis u ocho cuartos para huéspedes y otros tres para el uso del mesonero, aunque serían imprescindibles el mayor número posible de pesebres, los cuales sugirió colocar en una banda, separados de las cocheras mediante unos arcos. Asimismo habló al duque de la necesidad de disponer de un aljibe donde almacenar agua.
         Una vez comprado el terreno, se efectuaron los primeros planos del nuevo mesón, que constaba de puertas para los carruajes, zaguán de acceso, cocina, cuarto y despensa para el mesonero y escalera para subir a su dormitorio, cuarto para encerrar los bagajes, un patio, una cuadra con 224 pesebres, un dormitorio para los mozos de la posada y escalera para el pajar. El edificio principal disponía de una escalera, comedor, nueve dormitorios y quince camas en total. Una vez llevados a cabo los prime-ros planos, se constató que lo ideal era adquirir una nueva porción de tierra junto al Camino Real, denominada por la letra B, a cambio de otra, A, de manera que la parcela quedara con unas dimensiones más rectangulares. Por ese motivo, en abril de 1767 se efectuó la escritura de cambio con don Joaquín García Gil, vecino de Librilla, de una porción de terreno donde se iba a construir la nueva casa mesón.
       Se hicieron nuevos planos sobre la parcela resultante del cambio. Por el texto, los planos los debía hacer algún arquitecto de confianza del marqués de los Vélez aunque, posteriormente, fueron revisados por don Joseph de los Corrales, arquitecto y vecino de Murcia, quien tuvo algunos reparos en su disposición, como en el tamaño de algunas de las estancias proyectadas, luces, a su juicio, excesivas ya que para cubrirlas no era fácil encontrar maderas de esa longitud en la zona; o los 143 pesebres proyectados, número escaso e insuficiente. Tras realizar las modificaciones sugeridas por el arquitecto murciano, el marqués de los Vélez envió nuevos planos a Joseph de los Corrales para que, de nuevo, los revisase. De los Corrales, tras el visto bueno, envió a don José María Álvarez de Toledo y Gonzaga, la cantidad de madera que era necesaria para comenzar la obra de la casa mesón de Librilla, a fin de que este otorgase licencia para su corte.
       Según el administrador del estado de los Vélez, don Salvador Carrasco Méndez, las obras del nuevo mesón de Librilla comenzaron el 2 de septiembre de 1768. La construcción de sus cimientos no tuvo lugar hasta marzo del año siguiente. Asimismo, Carrasco Méndez notificó al mar-qués de los Vélez que el director de las obras, Joseph de los Corrales, quería que, en lugar de en ladrillo como estaba proyectado, las esquinas y los quicios de las puertas fueran de sillería para que pudieran resistir los golpes de la entrada y salida de los carruajes. A este cambio el marqués dio el visto bueno.
         En julio de 1769 el administrador don Diego de Benavente visitó las obras de la nueva posada de Librilla. Este notificó al marqués que dichas obras se estaban haciendo para que los pasajeros que visitaran la posada encontraran en ella la mayor comodidad, saliendo de las reglas comunes que hasta el momento se habían observado en tales edificios que únicamente atendían «a la utilidad, y sin ningún modo al abrigo, decencia y comodidad de los que por necesidad se alojan en ellos».
         En mayo de 1774 se pararon las obras del mesón de Librilla, según el administrador Fernando de Torres, por su elevado coste. Estas se reanudaron en septiembre de 1774, momento en el que fue nombrado Juan Moreno del Campo como maestro general para finalizar las obras principales y dirigir las sucesivas en Librilla así como el estado de los Vélez y otros estados, relegando de su cargo al arquitecto Joseph de los Corrales y Ruiz.
         En enero 1777 don Salvador Carrasco expuso al marqués que, según dictamen de Juan Moreno del Campo, eran necesarios, para la conclusión del mesón de Librilla, 68 mil reales poco más o menos, según los planos que se remitieron el año anterior. Durante ese año el maestro alarife Juan Moreno del Campo estuvo sugiriendo al marqués una serie de cambios con el fin de mejorar la distribución y sacar un mayor aprovechamiento de la hospedería, como hacer las cuadras más grandes y las cocheras más pequeñas y dotarla de un mayor número de pesebres. Por ese motivo, se volvieron a modificar los planos. Así, en octubre de ese mismo año, el marqués de Villafranca envió al administrador de los Vélez un nuevo plano conformado por don Pedro Arnal. Este último era un afamado arquitecto y dibujante madrileño, académico de mérito en la Academia de San Fernando en 1767, director de arquitectura en la Academia de San Fernando en 1786 y director general de la misma en 1801, cargo que ocupó hasta poco antes de su muerte, en 1805.
         Los maestros de obras durante los años de construcción de la casa de postas de Librilla fueron varios. Los primeros años la obra estuvo a cargo de Pedro de San Agustín quien, a su muerte en 1774, fue sustituido por Juan Moreno del Campo, residente en Vélez Rubio. Tras el fallecimiento de este en octubre de 1777, dirigió las obras su hijo Joseph Moreno, quien viajó hasta Librilla para hacerse cargo por solo ocho reales de jornal diarios. No tardó en reclamarle al marqués de los Vélez los diez reales diarios que le pagaban a su padre, algo a lo que el marqués dio su consentimiento. No obstante, en 1779, tomó el mando don Juan Morata, maestro de obras y vecino de Lorca.
      Las obras terminaron en 1779 aunque se desconoce el mes exacto. Según testimonio del administrador don Salvador Carrasco Méndez, el 22 de julio de 1779 se había suspendido la obra de la casa mesón y únicamente continuaban el maestro y los oficiales de carpintería en la fabricación de las ventanas. En 1778 el coste de las mismas ascendía a 125.337 reales de vellón.
En cuanto a su arrendamiento, se conoce que fue subastado públicamente «un mesón nuevo extramuros de esta población por tiempo de cuatro años» y que finalmente correspondió a Pedro Díaz, antiguo arrendatario del viejo mesón, por 3.400 reales de vellón anuales, según escritura fechada el 24 de enero de 1784. La cantidad era casi tres veces superior a la que recibía por el viejo mesón.
        Poco después, el duque de Alba construyó una almazara en el ala oeste de la posada, que fue arrendada en febrero de 1784 por 2.750 reales anuales. En 1791 se arrendaron tanto la posada como la almazara por 6.000 reales anuales y cuatro años más tarde Julián Almagro se hacía con los comúnmente conocidos como «molinos de Extramuros o del Mesón» por la cantidad de 8.000 reales anuales. El incremento del precio del arrendamiento hace ver la importancia que tenía en ese momento la posada y la almazara, sobre todo esta última, la cual estuvo en funciona-miento hasta la Guerra Civil.

Baños-Oliver, R., Segado-Vázquez, F., & Molina-Gaitán, J. C. (2018). Las posadas como patrimonio arquitectónico: el ejemplo de la Casa de Postas de Librilla (Murcia).

martes, 12 de febrero de 2019

Librilla y la Capilla de los Vélez de la catedral de Murcia



              Librilla fue la primera propiedad que la familia de los Vélez compro en su señorío de Murcia fue comprada al marqués de Villena en 1381, en el siglo siguiente la familia crearía su mayorazgo el marquesado de los Vélez, con el titulo de adelantado mayor del reino de Murcia. La familia se construyo en la catedral de Murcia la capilla más importante y bonita de la catedral, dedicada a San Lucas y en estilo gótico tardío introduciendo el Renacimiento, de gran exuberancia y elegancia, destacando la gran cúpula estrellada.
              En 1805 en tiempos de  Francisco de Borja Álvarez de Toledo Osorio (Madrid9 de junio de 1763-Madrid12 de febrero de 1821), XII marqués de Villafranca del Bierzo, XVI duque de Medina Sidonia, XIV marqués de Cazaza en África, XI duque de Bivona, XII marqués de los Vélez, VII marqués de Villanueva de Valdueza y Grande de España -entre sus numerosos títulos de nobleza- fue un político y militar español. Propietario de Librilla hombre muy benévolo e implicado en la ayuda de sus súbditos con generosas donaciones. Su gran recurso económico de la villa era su gran hacienda la cañada Honda.
            
                                                        Retrato de Francisco de Borja de Goya

                El marqués sufragaba los gastos que generaba su capilla de san Lucas en la catedral de Murcia y en 1805 los gastos de dicha capilla los paga su administrador general Juan Francisco de los Helgueros, que tenía su residencia en Librilla. En 1805 entre los pagos del administrador destacan los siguientes: Seis arrobas de aceite claro, entregadas al Sacristán de la capilla de San Lucas, sita en la Cathedral de Murcia, para el alumbrado del año de esta capilla precio 6 reales.
Gastos de la capilla de San Lucas en 1805 serían de mil doscientos un reales seis maravedies vellón pagados por la consignación de Ornamentos, Festividad, Salario del Sacristán, importe del Aceyte para las lamparas de la capilla de San Lucas en la Cathedral de Murcia, propia a S.E, relativos al año de esta cuenta, en esta forma: Por la consignación para Ornamentos, según recibo nº 115 600 reales. Por la festividad del Santo titular según recibo nº 116 250 reales. Por salario del Sacristán, según recibo nº 117 330 reales. Por el importe de las seis arrobas de aceite para lamparas 23 reales. importe de gastos de la capilla de los Vélez de la Cathedral de Murcia en 1805 importaban 1203 reales de vellón.
Capilla de los Vélez Catedral de Murcia

lunes, 14 de enero de 2019

CONFITERIA DE LAS ZARZAS O MICAELAS.



“Las Zarzas” o “Las Micaelas” y sus pastelillos de cabello de ángel

Corrian los años 1940 hasta 1960 cuando todo Librilla consumía los famosos pastelillos de cabello de ángel de las hermanas Carmen, Rosario y Josefica, conocidas cariñosamente por “Las Zarzas” o “Las Micaelas”. El origen de estos buenísimos pastelillos viene a través de Micaela, una señora cartagenera que tenía una confitería, la cual dejó por cierre, recayendo enseguida en la panadería-confitería de las hermanas “Las Zarzas”. Micaela fue la que les enseñó la receta de los pastelillos a Carmen, Rosario y a Josefina “Las Zarzas”. Tanto  les gustó a los librillanos estos pastelillos que a “Las Zarzas”  les añadieron otro apodo, que fue el de “Las Micaelas” en honor a la cartagenera Micaela. En este horno, que funcionaba con garbillas de pino y hecho con piedras del monte Carrascoy en forma de bóveda trabajaron también Pepe del Horno, Pepe “El Bombo”, Fernando “El Míster” y Juan “El Alhameño”. Todos los días se elaboraban unos 100 pastelillos de cabello de ángel y en épocas de fiestas, como las de San Bartolomé y Navidad se elaboraban unos 400 pastelillos diarios, los cuales fueron reconocidos como los mejores de toda la Región de Murcia. Los pastelillos se vendían en las dos confiterías-panadería que tenían “Las Micaelas” frente al ayuntamiento de Librilla y junto a la taberna que tenía “El Pencho”, así como también en la tienda de Pepe de la Juana, agotándose los pastelillos nada más salir de la boca del horno.
“Las Zarzas” también vendían, sobre todo por Navidad, mantecados de almendra, tortas de naranja, polvorones de almendra, rollos de anís y coco, cordiales y suspiros, todo elaborado por ellas. Y además frutos secos, legumbres e incluso revistas del corazón, caretas por carnaval y figuritas de San Blas.
Un bello y dulce recuerdo este de “Las Zarzas” o “Las Micaelas” para los librillanos que conocieron este bocado hecho manjar como fueron sus pastelillos de cabellos de ángel, receta que guarda como oro en paño un librillano enamorado de las costumbres del ayer.
ALFONSO PARDO