D. SALVADOR LORENTE. Alcalde del Ayuntamiento de Librilla Revista la nona 1922
Hablar de la gestión del alcalde de un pueblo, es muy difícil; es tan difícil, que el mismo pueblo, a pesar de los bombos de la prensa, dice muy a las claras a personalidad administrativa que está al frente de los intereses de la villa y por esto no regateamos el aplauso justo y merecido que don Salvador Lorente merece, porque así se lo ha ganado, durante el tiempo que está desempeñando tan honrosísimo cargo. Don Salvador Lorente cumple todas las atenciones del municipio y dígalo muy elocuentemente el pago exacto que a la Diputación provincial hace del contingente. Pero, no ; el Sr. Lorente sabe encauzar el rebaño disperso y colabora junto al jefe de la política local conservadora ciervista y gestiona y hace cuanto el pueblo necesita.
Tiene Librilla un cementerio nuevo de una extensión de siete tahullas, y esto debido a su gestión cerca de don Rafael Lorente y junto con este señor pidió al Sr. Maestre a gran mejora de que puede vanagloriarse el pueblo, el arreglo de las aceras todas de cemento, cosa que quisieran tener muchas capitales. Ahora le preocupa grandemente el restablecimiento del alumbrado eléctrico y no descansa un momento hasta ver colmadas sus aspiraciones.
El Ayuntamiento en si es pobre, pero no obstante D. Salvador Lorente ha hecho, hace y seguirá haciendo de la nada un mundo porque ha sabido compenetrarse de las necesidades del pueblo y para el pueblo y por el pueblo cree que su sacrificio aun siendo muy grande siempre será efímero.Hay que seguir como hasta aquí laborando por el engrandecimiento de la patria chica que es nuestra segunda madre.
Con tesón y honradez y más que nada con esa perseverancia tan digna de elogio como la que caracteriza al señor Alcalde don Salvador Lorente, los pueblos chicos se hacen grandes y los erarios pobres se hacen ricos. Muchas cosas más pudiéramos decir de la gestión del señor Lorente, pero todas ellas de encomio porque es de los hombres que saben desempeñar el puesto que se le designa con honor y dignidad, cosas de que adolecen por desgracia muchas de las autoridades que en España padecemos.