jueves, 19 de abril de 2018

ROMÁNTICOS RECUERDOS DE LA LIBRILLA DE ANTAÑO


ROMÁNTICOS RECUERDOS DE LA LIBRILLA DE ANTES.

Regresemos por unos minutos a la Librilla de hace más de cien años y a la de 1960. Dos de los lugares que presentamos corresponden a los últimos años del siglo XIX y principios del siglo XX, y sólo los librillanos más adultos, aún recuerdan estos lugares emblemáticos de Librilla.
Vamos a comenzar por el sitio de la almazara de aceite de Ricardo Gómez, padre del que fue alcalde de Librilla y un gran aficionado a la caza. Esta almazara, que data de 1905, sería antes hospital y posteriormente cuartel de la Guardia Civil, que sería el que reemplazaría al que había en El Lavador. El edificio todavía se conserva en la calle Antonio Lorente, esquina con la estación de ferrocarril, conocido como cuartel viejo.
El segundo sitio es las salinas de Pepe Meoro en Librilla que lindaban con la finca Viña Ballesta y las del tío Sereno y Pedro de Mateo, que vivían por el consultorio médico actual, los cuales, por cierto, tenían un aljibe cada uno y el agua que sacaban la vendían a sus vecinos librillanos para beber. Pepe Meoro, dueño de las salinas, era de Alcantarilla y venía todos los días en bicicleta a Librilla para cuidar sus salinas, de las cuales se sacaban toneladas de sal, que luego vendía por toda la provincia, la cual se transportaba en carros tirados por mulas.
Y ya que hablamos de salinas, podemos decir también que existían otras en la rambla o río Orón, a la altura de la Cuesta del Caballo, de las cuales todavía podemos ver restos de ellas, así como el acueducto que atraviesa la rambla o río Orón de lado a lado, que conducía el agua que salía de la Cueva del la Sal hasta las salinas.


Respecto a otros dos lugares librillanos de hace más de 40 años hay que comentar que la estación de ferrocarril de Librilla siempre tuvo mucho movimiento, bien sea de mercancías o de pasajeros, como fue la época en que pasaba por aquí el Granaíno, un tren que caía simpático por sus movimientos durante el viaje, que terminabas con el cuerpo molido de tanto vaivén. Por esas fechas estaba de jefe de estación el señor Carrillo, el cual se colocaba a veces en la ventanilla que había entrando a mano izquierda, para despachar los billetes. De factor de la estación estaba el señor Andrés.
Como dato curiosos de la estación tenemos el que la hija del jefe de estación, llamada Encarna, tenía una academia de corte y confección en la misma estación, donde vivía junto con sus padres y sus hermanos Carmen, María y Juanito. A la academia acudían algunas como Ascensión la Azafranera, Encarna la Penitas, Rosario de Patrocinio, Anita la Mañas y otras muchas jóvenes y guapas librillanas que hoy en día son grandes modistas. Durante las clases tenían las alumnas media hora para comerse la merienda o tomarse un café por la tarde. 




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