ROMÁNTICOS
RECUERDOS DE LA LIBRILLA DE ANTES.
Regresemos por
unos minutos a la Librilla de hace más de cien años y a la de 1960. Dos de los lugares
que presentamos corresponden a los últimos años del siglo XIX y principios del
siglo XX, y sólo los librillanos más adultos, aún recuerdan estos lugares emblemáticos de Librilla.
Vamos a
comenzar por el sitio de la almazara de aceite de Ricardo Gómez, padre del que
fue alcalde de Librilla y un gran aficionado a la caza. Esta almazara, que data
de 1905, sería antes hospital y posteriormente cuartel de la Guardia Civil, que
sería el que reemplazaría al que había en El Lavador. El edificio todavía se
conserva en la calle Antonio Lorente, esquina con la estación de ferrocarril, conocido como cuartel viejo.
El segundo sitio
es las salinas de Pepe Meoro en Librilla que lindaban con la finca Viña
Ballesta y las del tío Sereno y Pedro de Mateo, que vivían por el consultorio
médico actual, los cuales, por cierto, tenían un aljibe cada uno y el agua que
sacaban la vendían a sus vecinos librillanos para beber. Pepe Meoro, dueño de
las salinas, era de Alcantarilla y venía todos los días en bicicleta a Librilla
para cuidar sus salinas, de las cuales se sacaban toneladas de sal, que luego
vendía por toda la provincia, la cual se transportaba en carros tirados por
mulas.
Y ya que
hablamos de salinas, podemos decir también que existían otras en la rambla o
río Orón, a la altura de la Cuesta del Caballo, de las cuales todavía podemos
ver restos de ellas, así como el acueducto que atraviesa la rambla o río Orón
de lado a lado, que conducía el agua que salía de la Cueva del la Sal hasta las
salinas.
Respecto a otros
dos lugares librillanos de hace más de 40 años hay que comentar que la estación
de ferrocarril de Librilla siempre tuvo mucho movimiento, bien sea de
mercancías o de pasajeros, como fue la época en que pasaba por aquí el
Granaíno, un tren que caía simpático por sus movimientos durante el viaje, que
terminabas con el cuerpo molido de tanto vaivén. Por esas fechas estaba de jefe
de estación el señor Carrillo, el cual se colocaba a veces en la ventanilla que
había entrando a mano izquierda, para despachar los billetes. De factor de la
estación estaba el señor Andrés.
Como dato
curiosos de la estación tenemos el que la hija del jefe de estación, llamada
Encarna, tenía una academia de corte y confección en la misma estación, donde
vivía junto con sus padres y sus hermanos Carmen, María y Juanito. A la
academia acudían algunas como Ascensión la Azafranera, Encarna la Penitas,
Rosario de Patrocinio, Anita la Mañas y otras muchas jóvenes y guapas
librillanas que hoy en día son grandes modistas. Durante las clases tenían las
alumnas media hora para comerse la merienda o tomarse un café por la tarde.
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